No sé dónde se vive más tranquilo…
Yo siempre he sido una soñadora. Aunque me apagaran “bombillas”, más de las que yo quisiera quizás.
Ni de puntillas subía un metro cuando insistía en que yo quería ir a África: ser misionera. “Monja no, ¿eh? Misionera…”- creo que se reían, como podría hacer yo hoy, porque dos conceptos que parecían incompatibles en boca de “una enana” sonaban sin sentido. “Fantasías de las películas de Tarzán…”
También cantaba, y contaba cuentos, y me encantaba comunicar…
La medicina fue durante mucho tiempo mi pasión “escondida”. Era capaz de cualquier cosa, ¡hasta sin fonendo!, por pegar la oreja cerca del despacho del consultorio de mi padre y comprender qué significaba “curar”.
Ahora es al revés: creo que entiendo lo que significa ser médico.
De un salto en volandas, durante mi escolarización (parte de la EGB hasta 3º de BUP), deseé con todas mis fuerzas dedicarme a la gimnasia deportiva: la barra de equilibrio, esa sensación, colapsaba cualquier realidad.
Pero la realidad era que de los caprichos de un placer no se puede uno mantener.
Así aprendí a distinguir lo que es “por ocio” y lo que la necesidad o pragmaticidad impone. La gravedad frena.
Y empezaron las dudas… Había descubierto tantas cosas…
Un dia, sentada en 1º fila en el Instituto, mi profesor de FILOSOFÍA de COU de pronto dijo: “Sólo lo que puede pensarse y decirse, ES”. No sé de qué modo pronunciaría ese verbo de Parménides, pero la cuestión es que me atrapó. Tanto es así que, a pesar de ser una frase lógicamente irrebatible, sigo dándole vueltas a ella como una tonta.
Descubrí en la Filosofía mi verdadera pasión.
Agradezco con toda mi alma a mi primer profesor por cuantas “pruebas” y demás estrategias usó para convencerme de que no me equivocara en ese momento crucial.
Debo de ser muy tozuda, porque no lo consiguió.
Disfruté como “una loca” mis años en la facultad, y fue otro profesor quien me enseñó a no disociar pasión y realidad.
Durante muchos años me he dedicado a SER (intentarlo) profesora de Filosofía y Lengua Castellana en un colegio francés (Bon Soleil, en Gavá. Quizás te suena, Chema…) Y fui muy feliz. Me encantaba…
No sólo la LOGSE (¡pero cuánto pudo un sistema educativo en el que ya no creía para nada!) cortó una andadura.
Otras circunstancias y responsabilidades muy queridas hacían que debiera poner los pies en el suelo una vez más.
Creo que sigo siendo profesora. O quizás aquella misionera…
Mientras tanto, he ido haciendo muchas cosas: pretendí realizar un sueño, escribir una novela. Pude colaborar en la edición de la tesis doctoral de mi hermano (médico). No sé… Con cada cosa que he hecho siempre he intentado sentirme bien.
De mayor me gustaría ser… LO MISMO.
Y
AQUÍ SUPPORTER
Porque lo disfruto y me encanta.