Un día en las carreras - Carreras de coches

Charlas generalistas sobre los campeonatos, y simuladores, y pachangas, y...
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F399
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10. GP Mónaco 2005, Monte Carlo. Otro sueño cumplido

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En el pequeño apeadero Niza-Riquier todo estaba ya enfocado al Gran Premio de Mónaco, todo estaba señalizado para que el visitante no tuviera dudas de dónde había de coger el tren hacia Montecarlo. En el andén, a pesar de no ser aún las ocho de la mañana, ya había aficionados a la F1, como nosotros, con cara de sueño pero también de excitación.

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El trayecto en tren es corto (apenas veinte minutos) pero el recorrido, plagado de curvas y túneles, es precioso. Es fácil entender por qué el que puede se viene a vivir o a descansar aquí. El Mediterráneo mostrando su belleza más serena. Los apeaderos en los pueblos franceses son viejos y destartalados pero con un encanto especial, sin embargo, todo cambia al llegar a la estación de Montecarlo: amplia, moderna, limpia, subterránea. A la salida del andén los policías comprueban nuestros billetes de tren (especiales para el día y haciendo referencia al Gran Premio) y caminamos hacia la salida por largos pasillos con cintas deslizantes para hacer más llevadero el trayecto. Antes de salir de la estación ya me he comprado el programa oficial de la carrera, como hago en cada Gran Premio al que asisto.

Ya en el exterior, el día está algo nublado, hace fresco pero aún así la humedad del mar hace que al poco rato de caminar entre los puestos de merchandising lo que se sienta es calor, la rebeca empieza a sobrar. Todas las empinadas calles están llenas ya de gente, de puestos de venta, el ambiente es muy vivo pese a que aún quedan casi dos horas para que empiece la acción en la pista. Rápidamente buscamos donde comprar los recuerdos que queremos: una maqueta del F2004 (posiblemente el último Ferrari campeón del mundo en un tiempo, espero que no otros 21 años), un oso de peluche con su mono de Ferrari para nuestra ahijada y un par de camisetas del Gran Premio al que vamos a asistir. La primera foto de mi carrete va para el concesionario Ferrari a mitad de una calle que desemboca en unas gradas tras las que se vislumbra el mar, la segunda para la sede del Automobile Club de Mónaco.

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Una vez hemos acabado con las compras previstas decidimos dirigirnos a nuestra grada, pero no nos dejan entrar, nos dicen que hasta una hora antes del comienzo de la sesión de clasificación final de F1 no se puede acceder a ellas. Buscamos entonces un bar donde pasar el rato hasta que sea la hora, estando sentados ya en el bar oigo un sonido ronco, creo reconocer el arrullo de un motor Ferrari V12 al ralentí: un Ferrari Enzo pasa calle abajo entre la gente.

Finalmente nos dejan entrar a las gradas, unos minutos antes de las nueve. La organización es magnífica, todo está muy bien señalizado y hay gran cantidad de gente de la organización y policía. Accedemos al fin; por un túnel metálico pasamos sobre la “recta” de meta (por desgracia está completamente cerrado en los laterales y sólo se puede ver parte de la pista desde las escaleras) y llegamos a nuestra grada: la gran tribuna metálica que abarca desde Tabac hasta la curva Louis Chiron (la chicane de entrada a la zona de la piscina). Ya en la grada me siento emocionado, desde sus tendidos aún vacíos se puede entender perfectamente porqué Montecarlo es un sitio mágico para un “enfermo” de la F1. Frente a nosotros el mar, el puerto plagado de yates, a nuestra izquierda la salida de la curva de Tabac, a nuestra derecha la chicane de entrada a la piscina y entre ambas curvas el muro, el asfalto oscurecido en la trazada. Más allá de Tabac, en alto y a lo lejos, los arcos que sostienen la empinadísima subida de Beau Rivage (mucho más acusada la pendiente de lo que yo imaginaba) y a su fin una gigantesca pantalla de televisión. Más abajo de ésta se puede observar la grada que hay en la chicane y, tras ésta, se vislumbra la salida del túnel con sus luces destacando en la oscuridad. Tras la chicane Louis Chiron se encuentra la famosa piscina y tras ella, a la altura de nuestra grada el edificio del ACM con dos grandes terrazas, la superior adornada con los logotipos de la FIA y la de abajo con los del ACM, aún no se ve mucha actividad en ellas. A lo lejos, tras la grada que había frente a la piscina, se veían algunos grandes motorhomes y sobre ellos, en la ladera arbolada, una multitud de gente en la zona de “general”. Entre los escalones de la tribuna se veía la “recta” de meta a nuestras espaldas, el carril de salida desde boxes con su característica línea amarilla. Subí entonces a la zona más alta de la tribuna aprovechando que aún había poca gente y desde allí pude ver entre los árboles la zona de meta y, yéndome al lateral derecho de la grada, todo el carril de boxes con los morros de Jordan en primer plano. Justo bajo mis pies estaba la salida de boxes donde los coches se reincorporan a la pista como tal.

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A menos de una hora de que empezara la calificación no dejaban de pasar coches deportivos de lujo por la pista, supongo que con invitados VIP o algo así. Pero pronto pudimos oír el sonido de los motores de F1 al arrancar en boxes y enseguida su rugido estremecedor al pasar a nuestras espaldas al incorporarse a la pista desde boxes. Apenas se veía la toma de aire superior y la parte de arriba del alerón trasero sobresalir por encima de los quitamiedos en la subida de Beau Rivage, luego los veíamos entre los barcos cuando frenaban para Tabac y ya a la salida de ésta hasta que se perdían tras la piscina. Impresionante como es el sonido que emiten, aquí aún era más embriagador que en un circuito “normal”. El que más me llamó la atención fue el que hacían al salir del túnel (luego durante la carrera era imposible distinguirlo entre la mezcla de sonidos provenientes de todas partes), un sonido en crescendo que estallaba como un relámpago cuando finalmente salían de él. También era curioso el sonido cuando “caían” desde el piano en la chicane de la piscina al asfalto (como ese rugido extra de revoluciones cuando se pasa un bache en el GPL) que acompañaban con un pequeño coletazo en la zaga. Pronto me di cuenta, tras pasar los Jordan y los Minardi, de que si en algún sitio había que ver a los coches querer “irse” y a los pilotos reganando su control era aquí. A la salida de Tabac los dos pilotos de Jordan tuvieron auténticas dificultades para mantener al coche por su sitio tras sendos latigazos y hasta los Minardi parecían más estables (aunque tampoco lo eran mucho más). Cuanto más ascendíamos por el pelotón hasta los equipos “nobles” menos se movían los coches, claro, pero aún así era espectacular verles salir de Tabac, resbalando casi imperceptiblemente y pasando rectos por la chicane de Louis Chiron rebotando apenas bajo control, lo cierto es que parecían siempre al borde del trompo, qué nivel de concentración y qué reflejos deben tener estos pilotos para pasar casi ochenta vueltas por cada curva al borde del abismo...

Tras los entrenamientos y un pequeño descanso comenzó la carrera de las World Series o Fórmula Renault 3,5 que nos hizo pasar un rato entretenido, los pilotos rodaban bastante juntos y tuvieron varios incidentes, uno justo delante de nosotros en la última vuelta en el que un piloto perdió el control sobre la chicane de entrada a la piscina.

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Se acercaba ya el Gran Premio en sí. La terraza del ACM estaba a rebosar, incluso demasiado, y la de la FIA bullía con el movimiento de tipos trajeados y señoras elegantes. En nuestra grada no se veía ni un sitio libre, ni tampoco en las demás. Por megafonía no dejaban de recordarnos que a las dos menos diez se guardaría un minuto de silencio en memoria del fallecido Príncipe Rainiero III. Con la apertura de boxes volvimos a ver pasar los monoplazas de camino a su posición en la parrilla. Sólo de pensar en el crescendo que se produciría a nuestras espaldas cuando el semáforo estuviera en rojo a punto de comenzar la carrera se me ponía la piel de gallina.

A las dos en punto de la tarde el ruido que dio comienzo a la vuelta de calentamiento impedía escuchar a los locutores anunciar con emoción creciente el comienzo de la carrera. Toda la grada se puso en pie al pasar el pelotón frente a nosotros. Algunos pilotos nos deleitaron quemando rueda (sin que extrañamente desprendieran humo), las ruedas giraban en el vacío unos segundos y de repente los coches se lanzaban hacia delante con una fuerza que parecía irreal, a punto estuvo Barrichello de “comerse” al piloto que le precedía. Por fin llegan a la parrilla a nuestras espaldas y durante unos eternos segundos se dejan de oír los motores, entonces, al encenderse los semáforos rojos, vuelve el ruido, al unísono, como si estuviera ensayado, todos al máximo, todos sonando juntos altísimo durante un instante en el que parece imposible que un sonido tal exista. Los semáforos se apagan y todo ese muro de ruido se convierte en un grito agudo y se oye como un latigazo al pasar cada uno de los dieciocho coches tras nosotros. Un tren endiablado asciende Beau Rivage reflejando el sol en sus lomos. El sonido se vuelve a perder, en las pantallas se les ve trazar Massanet, Casino, Mirabeau, Loews, Portier y entran al túnel... Al salir vuelve el lejano ruido con trallazos apagados pero impresionantes. Ya vienen. Una pantera plateada se distingue entre dos obscenos yates, entre las rendijas de los quitamiedos, sale destacado en Tabac, sin vacilaciones, acelerando recto, buscando con seguridad el siguiente muro en la piscina, en realidad los cinco centímetros antes del muro gris con marcas negras de los que quisieron acercarse demasiado. La chicane es una recta que sobrevuelan sin dudar. La gente está de pie, el que no grita tiene la boca abierta. Cuando el pelotón desaparece mi mujer me sonríe, creo que casi todos sabemos que hemos visto algo único. Pero el descanso dura poco: el rugido a nuestra espalda anuncia que acaba de comenzar la segunda vuelta...

La primera parte de la carrera marcó muy claramente las posiciones, Raikkonen se iba con facilidad de Alonso, el McLaren iba fino como la seda, el rugido del motor limpio, los demás tenían que conformarse con seguirle. El primer punto de inflexión vino con el accidente en Mirabeau. Al pasar Schumacher sin alerón delantero la gente le aplaudía, quizá en mi ingenuidad confundo ánimos con alegría pero es lo que me pareció. Safety Car, comienza el caos en boxes. Cuando se reagrupan tras el Mercedes gris nadie sabe muy bien cómo está la cosa, Schumacher sigue a Raikkonen, sólo algunos ferraristas locos, entre los que me cuento, pensamos por un segundo que el caos le ha favorecido y es segundo, pero pronto despertamos a la realidad de estar doblados. Lo que está claro es que Trulli está por delante de Alonso. Tras desaparecer el Safety Car viene la parte más aburrida de la carrera, el grupo se abre y las posiciones se mantienen. Schumacher se desdobla al repostar Raikkonen y comienza la caza de los Red Bull, tiene a Coulthard a tiro, pero es prácticamente imposible adelantar en Mónaco. O eso creíamos...

Llega la parte final de la carrera y Raikkonen sigue paseándose, Alonso retiene a los Williams que pese al sonido extraño de su motor parecen muy fuertes. Heidfeld es ahora quien está tras Alonso, Webber no pudo antes con él, pero tras los repostajes es el turno de Heidfeld. Detrás, Montoya encabeza otro tren maravilloso junto con Ralf, Barrichello y Schumacher, los Red Bull han desaparecido.

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Parece mentira como en estos dos grupos pueden los coches rodar tan cerca entre sí. Es increíble ver a Alonso y los Williams, a Montoya y a los que le siguen salir de Tabac y trazar la piscina como si fueran un solo coche. Se siente la velocidad. Heidfeld no aguanta más y adelanta a Alonso como un maestro, limpio y seguro, expeditivo. Toda la grada de Tabac se levanta a su paso para aplaudir la maniobra. Ahora es el turno de Webber, más inseguro que el alemán, lo logra tras un intento fallido, también hay aplausos para él. Dejan a Alonso atrás muy fácilmente y ahora el que se acerca es Montoya, pero no quedarán suficientes vueltas para ni siquiera intentarlo. No obstante, a sus espaldas aún hay guerra. Michael Schumacher, desesperado como si fuera su primera temporada enseña el morro por todas partes a Barrichello a falta de dos vueltas, no se puede ir más pegado a un coche... El ataque se produce en la última vuelta pero nosotros no lo vemos en la pantalla gigante pues la realización pone un cartel con la clasificación de los cinco primeros. Vuelven a conectar para dejarnos ver cómo se abre para intentar rebasar a su hermano sobre la misma línea de meta. Sospecho que no lo ha conseguido y pronto se confirma. Pero no importa, hemos vivido unas últimas once vueltas de infarto, con dos grupos luchando a muerte en un circuito en el que se supone que no se puede adelantar y que sin embargo ha dado a la F1 algunas de sus carreras más memorables. Quizá ésta no sea una de ellas y pronto pase al olvido pero yo sé que no olvidaré jamás la imagen de cuatro coches rodando como uno en un espacio tan estrecho, entre unos muros que parecían estrechar más y más la pista cuanto más juntos estaban ellos.

La gente en nuestra grada aplaudió con verdadero agradecimiento a todos los participantes en la vuelta de honor, a todos, así como tras los himnos en honor de los vencedores y luego a todo el podio. Poco a poco la grada se fue vaciando. Nosotros esperamos un poco todavía antes de salir.

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(continuará)
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F399
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Mensaje por F399 »

Abandonamos la grada un buen rato después, creo que eran más de las cuatro y media de la tarde. Seguimos el río de gente que se dirigía hacia la estación. No quería irme aún. Sabía porque lo había leído en todos los programas que hasta las siete de la tarde no se abrirían las calles que conforman el circuito al público, sabía que era mucha espera hasta esa hora. Teníamos ganas de regresar al hotel, ducharnos y descansar del madrugón pero... me costaba tanto estar allí y pensar que no iba a no poder pisar la pista. Como aún había muchísima gente, para esperar a que la estación de tren se aclarara comenzamos a curiosear por tiendas, algunas de maquetas, otras de recuerdos, de láminas con dibujos de carreras históricas de automovilismo. Anduvimos contra la corriente de gente hacia la estación con la esperanza de poder ver algún otro trozo de pista pero pronto aparecieron nuevas vallas, nuevos policías y gentes de la organización que impedían el paso. Me rendí y pensé que no había más remedio que volver a Niza.

Seguimos las indicaciones, unos carteles mandaban a los viajeros en un sentido u otro al llegar a un cruce dependiendo de si su destino era Italia o Niza/Cannes. Caminamos en el sentido que nos correspondía pero llegamos al interior de un túnel en el que la suerte quiso que las indicaciones de los carteles no fueran del todo claras. Anduvimos bastante trecho y yo tenía bastante claro que por ahí no íbamos a llegar a la estación. Donde llegamos fue a la grada desde la que se ve Sainte Devote. Está en una especie de puente mucho más alto que la pista, pero allí abajo estaba: Sainte Devote. Ilusionado hice una foto y busqué al otro lado del puente. Abajo, al nivel del circuito, estaba la iglesia, y en la roca que formaba aquel cañón en el que se encontraba la iglesia una pequeña hornacina que contenía la figura de la santa.

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Animado, propuse continuar en aquel sentido, con un poco de suerte podríamos ver el Casino. Ahora las calles eran verdaderamente empinadas y mi mujer estaba bastante cansada pero, ya que estábamos allí y viendo la ilusión que a mí me hacía decidimos continuar.

Llegamos hasta un edificio precioso, mucha gente se concentraba en la puerta, pensé que era el Casino pero era el Hotel Hermitage. En la puerta reposaban un Lamborghini Diablo naranja, un Maserati MC12 blanco y azul, un Ferrari Enzo rojo, un Ferrari F430 negro y otro Ferrari Enzo rojo. La gente se echaba fotos con ellos, los porteros miraban a otra parte, como si lo extraordinario fuera normal, puede que eso sea lo que hay que hacer para parecer distinguido. También pasaban por los alrededores un par de Porsche Carrera descapotables, un par de Aston Martin y un par de Bentley Continental GT.

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Por pura intuición seguimos una calle y al final, esta vez sí, frente a nosotros estaba el Casino. Y no sólo eso, no había vallas, estábamos pisando la pista. Juzgando demasiada mi suerte corrí a colocarme sobre los pianos en el ápice para hacerme una foto en la que a mi izquierda se veía la salida de Massanet. Tras fotografiar a mi mujer también, escuché con temor lo que decían por los altavoces: “Se recuerda al público que el circuito está cerrado”. El circuito estaría cerrado pero había unos cuantos que bajaban hacia Mirabeau. Mientras un policía no me dijera que me fuera de allí seguiría caminando por el circuito.

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Allí estaba el bache bajando hacia Mirabeau, algunos enfermos como yo se hacían fotos subidos en él. Todos teníamos una sonrisa similar, supongo. Las tapas de la alcantarilla, las marcas de los neumáticos esquivando el badén, la trazada abierta para Mirabeau. Allí estaba la reja de Mirabeau, el arcén comido por el asfalto, ese muro que tantas veces he mirado fijamente en la tele; siempre me ha gustado ese muro de Mirabeau. Me vino a la cabeza esa foto preciosa de Fangio trazando esta curva al atardecer en un Lancia-Ferrari D50, su rueda delantera derecha a apenas un centímetro del bordillo (si llega).

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Al doblar Mirabeau ya se veía al fondo una de las zonas más míticas para un aficionado a la F1: la imposible horquilla de Loews. Es tan cerrada que la acera está aumentada desproporcionadamente en anchura para que el giro sea posible. La diferencia de altura entre la salida de Mirabeau y la entrada a la primera de Portier, con Loews entre ambas, es impresionante. El muro conserva el mismo color que en esas preciosas fotos de los años sesenta. Me parecía mentira estar allí.

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En la segunda Portier vimos el monumento (no sé muy bien en honor a qué) consistente en una estatua metálica de color negro de un F1 moderno (en apariencia un McLaren). Pero frente a nosotros se veía ya la entrada al túnel. Pedí a un amable japonés que nos hiciera una foto a mi mujer y a mí con el túnel a nuestras espaldas, el mar a nuestra derecha: el circuito de Montecarlo.

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El interior del túnel nos deparó una bonita sorpresa: todo el exterior de la trazada estaba repleto de restos de goma, blandos como el chicle; un nuevo souvenir para mi colección a unir al resto que recogí en Monza. Seguimos haciendo fotos, al ápice, al constraste de luz a la salida. No podía parar, miembros del equipo Toyota (caminaban con sus mochilas al hombro como si acabaran de dejar el hotel y emprendieran el regreso a casa) se rieron de mí, el enfermo que hace fotos a la goma y a los frenazos al llegar a la chicane. Creo que Pat Symonds pasó frente a nosotros en sentido contrario.

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Tras la chicane la policía nos obligó a caminar ahora desde fuera de la pista, es decir, entre las vallas y el borde mismo del mar. Ahí estaban los grandes puntos de amarre que se ven en las fotos antiguas como única “protección” entre el circuito y el mar. En los inmensos yates, con la música alta y los zapatos de los invitados amontonados en la entrada, los empleados se afanaban en limpiar la parte baja del barco mientras los dueños reposaban tranquilos arriba: risas, copas en la mano, una cierta sensación de falsedad.

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Llegamos hasta Tabac y volvimos a la pista tras saltar el pequeño muro que durante la carrera teníamos justo frente a nosotros. Fotos en Tabac y nos despedimos del circuito para usar un túnel peatonal que suponemos nos llevará ya hacia la calle desde la que accedíamos a nuestra tribuna. Pero al salir descubro que estamos prácticamente en Sainte Devote y que aunque los altavoces sigan diciendo que el circuito está “fermé” los quitamiedos no están, así que me planto sobre los pianos de Sainte Devote con la subida de Beau Rivage a mi espalda. Una última foto a la “recta” de meta, ésta sí, protegida por los policías en formación.

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Estoy contentísimo, al final he conseguido hacer lo que pensé que no podría, pasear por prácticamente todas las curvas míticas de un circuito que adoro. Mi cara debe ser tan de idiota felicidad que mi mujer me perdona haberla agotado con semejante caminata, creo que hasta ella está de acuerdo conmigo en que ha merecido la pena.

***

Ayer tarde, en el tren de vuelta a casa, ya no demasiado lejos de nuestro pueblo, estoy leyendo un libro. Mi mujer, a mi lado, duerme. Quizá buscando una postura más cómoda cruza una pierna bajo la otra y la suela de uno de sus zapatos se me muestra claramente. Está llena de restos de goma de neumático de F1. Sonrío y sigo leyendo.
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Mensaje por F399 »

11. GP España 2006, Montmeló. En el paddock

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Viernes, 12 de mayo de 2006

Había discrepancias en los programas del gran premio que manejaba, así que el viernes decidí que fuéramos a la hora más temprana que cualquiera de los programas marcara como el principio de las actividades en el circuito: las ocho y media. Luego el tráfico de un día laborable sumado a la lluvia nos hizo retrasarnos y llegar a la puerta del Paddock Club justo a la hora en que en realidad se abría: a las nueve y cuarto. Empezábamos con suerte. Por razones que no vienen al caso mi padre había conseguido entradas para el paddock de Ferrari, no podía imaginar una suerte mayor y estaba dispuesto a disfrutarlo a fondo.

Sólo llegar hasta allí me supuso una fuerte impresión, franqueamos la puerta principal del circuito que tantas veces había visto protegida por gente de seguridad y rodeada de aficionados esperando ver aparecer algún piloto para conseguir un autógrafo, una foto. Una vez en las tripas del circuito todo era diferente a como había vivido Montmeló o cualquier otro circuito hasta entonces: me sentía parte integrante del gran premio, algo difícil de explicar.

Para entrar al Paddock Club tuvimos que enseñar nuestros pases de huéspedes de Ferrari para que nos los picaran y nos pusieran una pulserita correspondiente al viernes. Una vez pasado este control unas amables azafatas nos ofrecieron unos tapones para los oídos en bonitas cajas del Paddock Club así como el programa oficial del gran premio y el F1 Racing en su edición inglesa. Una vez superados los tornos, la recepción era preciosa: a la derecha un gran mural con espectaculares fotos de fórmula 1 antiguos junto con volantes, neumáticos y cascos de todas las épocas de la F1. Mi cuñado Chema (al que los gepeleros del foro conocéis del Campeonato GPL PDLR) y yo nos echamos una foto junto a este mural en el que destacaba en el centro la impresionante foto de un BRM del 67 volando por el Nurburgring. En el mural de la izquierda había “pegado” un F1 actual enseñando sus tripas con carteles explicativos de cada parte. Seguidamente a ambos murales, ya en el suelo, había sendos simuladores de F1 (como medio coche, decorados con los colores del Paddock Club y de la F1) que en sus pantallas tenían un juego de los modernos de F1 en Montmeló y con Alonso, cómo no. Al día siguiente los probaríamos y puedo dar fe de lo estrechísimo que debe ser un F1 moderno, yo que soy un taponcillo me las vi y me las deseé para entrar y más aún para salir.

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Una vez superada la entrada se llegaba a una especie de placeta muy elegante en la que había un bar con mesas y sombrillas con una pantalla grandísima de TV. Pero yo tenía prisa por ver cuál de mis programas era correcto y si nos habíamos perdido las prácticas de los F1 antiguos o no y también mucha curiosidad por ver cómo era la zona de Ferrari, el Ferrari Formula 1 Club. Mientras subíamos las escaleras ya se oían empezar a rodar a los GP2. La zona de los boxes está dividida en tres pisos: abajo del todo están los boxes de los equipos, en la primera planta la zona de prensa y los reservados para los super VIP que invitan los patrocinadores, en la segunda planta está el Paddock Club también con reservados de los equipos y de algunos patrocinadores, en la zona de Ferrari es donde estábamos nosotros. Pero antes de llegar a ella pasamos por delante de la “general” (o Suite Club) del Paddock Club, de Honda, Toyota, Williams... Tras la de Ferrari estaba la de Mobil 1 y la última de todas, encima del box de su equipo, la de Renault.

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El pasillo ya era impresionante: a la izquierda el paddock con los camiones de los equipos y los motorhomes (descomunal el de Red Bull, los demás preciosos y deslumbrantes), y a la derecha las diferentes zonas del Paddock Club separadas por unas paredes con grandes fotos de F1 antiguos, con muy buen gusto, casi todas de los años 60.

Tras comprobar nuestro nombre en la lista nos dejaron pasar a la zona de Ferrari y nos dieron los regalos del día: una gorra, una diminuta maqueta del Ferrari 158 F1 con el que Surtees ganó el título en 1964 y un libro explicativo de lo que es Ferrari en la actualidad con el bonito título de “La Ferrari 2006”. Nos aposentamos en nuestra mesa: la mejor de todo el “chiringuito”, justo pegada al pequeño estrado en el que harían sus apariciones los pilotos de la Scuderia y cuyo fondo era una pantalla gigante con conexión en directo con el box de Ferrari. Un empleado de Ferrari, un tal Roberto, el que nos dio la bienvenida y del que finalmente nos haríamos amigos, nos explicó en qué consistía el concurso del día: disponíamos de tres vueltas en un juego de F1 moderno en la pista de Montmeló, el que lograra el mejor tiempo podría seguir la segunda sesión libre de F1 desde los boxes. Alucinados mi cuñao y yo probamos, pero estaba claro que lo nuestro es el GPL y no el F1 2005 o lo que quiera que fuera aquello. Rodamos unos diez segundos por vuelta más lentos que un chavalín que había por allí. Decepcionados dimos por perdido el fantástico premio.

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Apenas nos dio tiempo a desayunar puesto que la GP2 estaba terminando y llegaba la hora del “Pit Lane Walkabout”. Antes me dio tiempo a ver la vista que disfrutaríamos todo el fin de semana. Estábamos justo encima del box de Ferrari y parte del de Toyota, enfrente, impresionante, se alzaba la tribuna principal que hacía rebotar el sonido de los GP2 de forma espectacular, sin duda no tendríamos más remedio que usar los tapones cuando los F1 comenzaran a rodar. Me llamó la atención una pancarta que rezaba “Alfonso campeón” (aún me pregunto si sería producto de la ignorancia o de la mala leche...) pero sobre todo las dos más bonitas: “100% De la Rosa” y “Pedro 4 ever”.

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Rápidamente bajamos hacia el pit lane mientras los GP2 se iban retirando a su paddock, más allá de los motorhomes de los equipos de F1. Entrábamos al pit lane por el principio, es decir, por donde entran los coches a él. Lo primero que nos encontramos fueron los garajes donde estaban los coches de seguridad y los de los médicos, impresionantemente limpios y agresivos. Me llamó sobre todo la atención el tamaño descomunal de los discos de freno del Safety Car. En el garaje de al lado estaba el puesto de pesaje de la FIA, bajo el podio. A partir de ahí empezaban los boxes de los equipos. Sorprendentemente todo estaba a la vista y, aunque en las normas que nos habían hecho llegar del Paddock Club decía que no se podía grabar ni tomar fotos en el pit lane, todo el mundo sacaba fotos y grababa sin ningún problema. Cuanto más “grande” era el equipo más lejos de los coches estaba colocada la cinta que impedía a los visitantes pasar. Todos los coches estaban en sus posiciones, en su mayoría sin neumáticos, morro ni tapa motor. Con suerte, en algunos boxes, alguna de estas piezas estaba lo suficientemente cerca de las cintas como para verlos y fotografiarlos con detalle. Sin duda, el box que más gente concentraba enfrente era el de Ferrari pero los de Renault y McLaren también estaban muy poblados. La impresión de seguridad y secretismo se iba evaporando conforme avanzábamos por el pit lane, en Toro Rosso, Midland y Super Aguri daba la impresión de que, si hubieras querido, habrías podido llegar hasta tocar el coche; por otra parte también se veían muchos menos mecánicos.

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De pronto vimos una gran concentración de gente frente al box de Ferrari: los mecánicos se disponían a entrenar los pit stops. Justo al tiempo en Toyota arrancaron uno de sus motores: teníamos el espectáculo y teníamos la música. Me sentía en el paraíso. Sacaron el coche de Schumacher empujándolo, con un mecánico muy joven manejando el volante. Todos los mecánicos se prepararon en sus posiciones. Entre tres mecánicos alejaron el coche de la posición del cambio de ruedas, tomaron carrerilla y lanzaron el coche hacia sus compañeros. En lo que me parecieron dos segundos habían levantado el coche, habían cambiado las ruedas y habían vuelto a tirar (literalmente) el coche al suelo. De la impresión que me dio comencé a reírme de admiración, en el ambiente se ahogó un aplauso que la gente no dio creo que de la misma sorpresa y velocidad en que había pasado todo... Espectacular. Se sucedieron varios cambios de ruedas, de morro, de respostajes de gasolina simulados, de cambio de ruedas sueltas, todo a un ritmo infernal y con una precisión increíble. Sin embargo, durante un cambio, el de la rueda delantera izquierda no fue todo lo “limpio” que debería y, cuando ya recogían, un jefazo llamó la atención al jefe de mecánicos y le estuvo comentando algo al respecto. Igual que habían sacado al coche lo metieron, al hacer la maniobra lo pusieron a un palmo escaso de mí lo que aproveché para hacer cuantas fotos quise.

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Una vez estuvo el coche guardado salió Marc Gené, al parecer a hablar con un familiar o amigo que estaba justo a mi derecha tras la cinta con el que quedó para luego, yo aproveché para fotografiarle y luego estrechar su mano. Luego volvió a desaparecer dentro del box. Los mecánicos salieron para preparar el “puente de mando” de la Scuderia y me fijé en una pequeña cajita que llevaba uno, resultó ser un estuche que contenía las letras y cifras que usan para la pizarra de aviso a los pilotos, era roja, con el número del piloto tal y como está pintado en el morro del coche y con un cavallino plateado adherido en su parte superior, igual que el que llevan los Ferrari de calle en la trasera. Pero ya terminaba el tiempo de paseo por el pit lane y regresamos a nuestra “terraza” en el Ferrari F1 Club para ver la primera sesión de entrenamientos de F1.

Una vez estuvo el coche guardado salió Marc Gené, al parecer a hablar con un familiar o amigo que estaba justo a mi derecha tras la cinta con el que quedó para luego, yo aproveché para fotografiarle y luego estrechar su mano. Luego volvió a desaparecer dentro del box. Los mecánicos salieron para preparar el “puente de mando” de la Scuderia y me fijé en una pequeña cajita que llevaba uno, resultó ser un estuche que contenía las letras y cifras que usan para la pizarra de aviso a los pilotos, era roja, con el número del piloto tal y como está pintado en el morro del coche y con un cavallino plateado adherido en su parte superior, igual que el que llevan los Ferrari de calle en la trasera. Pero ya terminaba el tiempo de paseo por el pit lane y regresamos a nuestra “terraza” en el Ferrari F1 Club para ver la primera sesión de entrenamientos de F1.

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Fue muy agradable ver la primera sesión de F1 apoyado en el balconcillo sobre los boxes, el sol no pegaba fuerte, las gradas estaban bastante vacías y, aunque como todos sabemos no ruedan muchos coches en esta sesión, siempre es emocionante volver a ver y oír a los F1. He de confesar que no noté diferencia alguna en el sonido de los V8 con los V10, me sigue pareciendo igualmente un estruendo precioso. El hecho de tener enfrente la gigantesca tribuna principal hacía que el sonido aumentara y no había más remedio que usar los tapones que nos habían ofrecido al entrar.

Pronto se unió a nosotros mi padre, se había perdido el paseo por el pit lane, pero le encantó el sitio. Lo cierto es que todo estaba cuidado al mínimo detalle y con una decoración, lógicamente, de lo más “racing” y, por supuesto, ferrarista. Flanqueando la entrada habían dos vitrinas, en una había un volante de un Ferrari de fórmula 1 actual y en la otra una maqueta de un 248 F1 a una escala bastante grande, junto a ésta había también otra con los dos cascos de Schumacher y Massa. Las mesas (unas veinticinco) de ocho comensales cada una, estaban decoradas primorosamente, como si de un restaurante de tres tenedores se tratara. Los cocineros y camareros, tras sus barras a los costados de la sala, trabajaban continuamente, cocinando los unos y los otros atentos a cualquier cosa que pudieras pedir. Como podéis suponer cada utensilio estaba decorado con el cavallino rampante, las sillas, los ceniceros, el cartel que reservaba nuestra mesa...

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Acabada la primera sesión de F1 salí al pasillo y vi una muchedumbre que se apretaba sobre la salida trasera de los boxes, con las cámaras de fotos dispuestas para “cazar” a Schumacher cuando recorriera el camino desde los boxes al motorhome. Esperé un rato pero tan sólo conseguí vi salir a Ross Brawn.

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Volví a nuestro sitio, donde un empleado de Ferrari nos dio la bienvenida a todos los huéspedes desde el escenario y nos estuvo explicando el trabajo en los boxes que se podía ver en directo todo el tiempo a través de la pantalla gigante. Seguidamente sirvieron la comida, al tiempo que se desarrollaban los primeros entrenamientos libres de los F1 antiguos, así que no presté demasiada atención ni a la comida ni a Luca Colajanni, responsable de prensa de la Scuderia Ferrari, que también nos estuvo dando explicaciones sobre el trabajo en un fin de semana de carrera y otros aspectos del equipo. Me encantó reconocer muchos de los F1 antiguos, lástima que esta primera práctica sólo duraba media hora. Entre los monoplazas que había se econtraban varios Williams de los primeros ochenta, Lotus de finales de los setenta y primeros ochenta, BRM de finales de los sesenta, Tyrrells post-Stewart, el Brabham del segundo título de Piquet y hasta aquel Wolf negro y dorado en el que empezó a destacar Jody Scheckter. Por desgracia no participó el Ferrari 312 T2 ex-Reutemann que ha participado en otras carreras de este mismo campeonato.

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Poco después apareció por el Ferrari Formula 1 Club Marc Gené, también para comentar cosas del fin de semana y especialmente para entregar el premio al ganador de la competición en el juego de F1 (ver la segunda sesión de F1 desde los boxes de Ferrari). Como era de esperar, ganó el chavalín que cuando llegamos vimos que nos mejoraba en mucho con aquel juego moderno. Después Gené se quedó allí firmando autógrafos y echándose fotos mientras hubo gente pidiéndoselo (como hicimos nosotros); no es que fuera especialmente simpático, pero sí correcto y paciente ya que, como digo, se quedó todo el tiempo que hizo falta.

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La segunda sesión de F1 fue más animada pero, ya había más gente en el balconcillo y además el sol ya sí que picaba. De todas formas quedé contento puesto que los Ferrari parecían funcionar muy bien, de hecho parecía que serían la referencia del fin de semana.

Una vez acabó la F1 gran parte de la gente del Paddock Club empezó a irse. Yo tenía pensado apurar al máximo la oportunidad y, aunque mi padre se fue al coche a dormir la siesta, nosotros nos quedamos allí viendo la calificación de la GP2. En esto nos ofrecieron bajar a visitar los boxes de Ferrari. En un pequeño grupo de unas diez personas empezamos a bajar hacia la zona noble del paddock, para ello nos dieron nuevas acreditaciones y tuvimos que pasar por nuevos tornos pero finalmente allí estábamos, pisando el paddock, entre los camiones tras los boxes, frente al motorhome de Ferrari. Asomamos a la gran pasarela de vanidades que es el pasillo que forman los camiones y los motorhomes y por allí vimos aparecer a Felipe Massa seguido de su séquito que rápidamente entró en las instalaciones de Ferrari, cuyo interior vislumbramos por un segundo.

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Tras varias explicaciones de Roberto, nuestro guía, entramos en lugar privilegiado: los boxes de Ferrari. Lo cierto es que volvimos al pit lane atravesando los boxes por la zona donde estaban apilados los neumáticos por usar. Una vez frente a los boxes, ya sin cinta que nos separara de los coches pudimos disfrutar de la visión de los mecánicos trabajando en los coches y sacamos fotos en muy primer plano. Sin embargo todo tiene un límite: la línea roja de diez centímetros que separa el asfalto del circuito del suelo limpio y reluciente, casi de quirófano, de los boxes propiamente dichos: la verdadera y auténtica “pit lane” como muy claramente estaba escrito en blanco en ella. Tras un pequeño rato vislumbrando el paraíso, regresamos a nuestro sitio atravesando el box de nuevo por el “almacén” de neumáticos, no pude reprimirme y tocarlos disimuladamente.

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Toda la visita a los boxes (mi padre había vuelto a perderse otra actividad especial, se desquitaría al día siguiente) estuvo amenizada por el sonido de los GP2 rodando y que tenían sus “boxes portátiles” montados delante de los boxes de los equipos de F1, con lo cual, mientras estuvimos allí, lo veíamos llegar a repostar o a modificar algo de los reglajes a un palmo de nuestras narices.

Cuando, de regreso ya en nuestra mesa, acabó la GP2, ya que parecía haber menos gente por todas partes, decidimos cruzar la recta principal por debajo y acercarnos a la zona del merchadising para hacer compras. Cuando las acabamos la primera sesión de la copa Porsche estaba también finalizando, no le prestamos mucha atención, la verdad, estábamos agotados y emocionados y nos quedamos en la placeta de entrada tomando un refresco. Estando allí un señor muy amable nos recordó que el Paddock Club cerraba ya. Había logrado mi objetivo, había aprovechado al máximo esta oportunidad única. Eso sí, al día siguiente pensaba hacerlo aún más.

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(continuará)
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F399
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Mensaje por F399 »

Sábado, 13 de mayo de 2006

Esta vez todos los programas coincidían: la jornada comenzaba a las ocho y media de la mañana. A esa hora estábamos en la puerta del Paddock Club. Al entrar, aprovechando que no había aún mucha gente, probamos los monoplazas con el juego de F1 que había a la entrada que comenté antes: eran tan estrechos que hasta me hice daño al salir. Ya se oían el rugido de los motores de la clasificación de la TGP, o sea, los monoplazas antiguos de F1. Llegamos a la zona de Ferrari. Esta vez los regalos fueron un polo y una gorra del Ferrari Formula 1 Club. Una vez allí volvimos a desayunar al tiempo que me asomaba para ver los fórmula 1 antiguos. Disfruté mucho viéndolos pasar a toda velocidad por la recta principal con sus sonidos tan distintos entre sí. Intenté cazar alguno con mi cámara pero lógicamente fue más fácil cuando pasaban despacio bajo nosotros camino de sus “boxes”.

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Cuando acabó la calificación de la TGP comenzaba la hora y media de paseo por el pit lane para los afortunados asistentes del Paddock Club. Mientras esperábamos a que nos abrieran la valla de acceso al pit lane fui testigo de una simpática charla entre dos técnicos japoneses de Toyota que, sinceramente, parecían que estuvieran disfrazados de mecánicos de Toyota en vez de ser técnicos del equipo. El caso es que parecían muy relajados y lo mismo reían sin apenas haber dicho nada que comentaban los datos en un folio sobre la carpeta de uno de ellos.

Justo al entrar al pit lane comenzó a llover, por suerte no durante mucho tiempo. Mientras todo el mundo enfilaba hacia los boxes de los equipos de F1 yo me di cuenta que los antiguos monoplazas que acababan de terminar su sesión estaban entre unas vallas allí mismo, a la entrada del pit lane. Varios de sus afortunados propietarios/pilotos abandonaban el tal parque cerrado, vi que eran bastante mayores, en consonancia con sus preciosos bólidos. No sé si sería a causa de la lluvia, pero aquella zona estaba abierta y ni corto ni perezoso me acerqué para fotografiar a los preciosos monoplazas, entre los que pude distiguir los siguientes: Lotus 78 (1977), Lotus 81 (1982), McLaren M30 (1980), Williams FW07 (1979), Williams FW08 (1982), Brabham BT49 (1981), Tyrrell 008 (1978), Tyrrell 012 (1983), Wolf WR1 (1977), Surtees TS19 (1976), Fittipaldi FD05A (1978) y Minardi M85 (1985). Había otros cuantos que no recuerdo o que no supe identificar...

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Me uní a mi mujer, mi padre y mi cuñado en el paseo por el pit lane. Nosotros ya lo habíamos visto el día anterior pero mi padre no y además, al menos yo, no me cansaba de curiosear aquí y allá. Había más gente en todas partes, se notaba que ya era sábado, pero como el día anterior, se acumulaba multitud de gente tras las cintas de Ferrari. Nosotros habíamos hecho la tarde anterior la pequeña visita guiada por los boxes de Ferrari, algo que estaba vedado para los que se agolpaban junto a la cinta mientras se sacaban fotos e intentaban que les dejaran pasar. Dentro de la cinta había gente así que mi padre se empeñó en que nosotros deberíamos poder pasar ya que nuestra acreditación decía claramente que éramos huéspedes de Ferrari. Por probar que no fuera: nos plantamos junto a la cinta y enseñamos nuestra tarjeta: nos abrieron la cinta y pasamos adentro. Ahora sí que nos sentíamos especiales, mirados con envidia por los demás visitantes del pit lane. Sin la actividad del día anterior cuando visitamos los boxes ahora lo disfrutamos más y pudimos acercarnos más a los coches, hasta casi tocarlos. Un mecánico se prestó incluso para hacernos una foto de grupo junto al Ferrari 248 F1 número 5 de Michael Schumacher. Nos sentíamos muy vips y privilegiados pero lo cierto es que, como habíamos visto por nuestro paseo entre los motorhomes el día anterior y ahora dentro del box, había otros dos niveles superiores: acreditaciones verdes y acreditaciones rojas. Además, allí dentro del box había gente que parecía que estuviera en su casa, supongo que invitados de los patrocinadores, sobre todo Bridgestone (unos simpáticos japoneses eran fotografiados por un técnico de la marca de neumáticos dentro del box) y Shell.

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Concluímos la visita al pit lane saliendo de allí justo enfrente de donde acaba el muro y los coches se reincorporan a pista. Lo cierto es que allí, de pie en el asfalto el circuito impresiona por su grandeza, la recta parece eterna, la cinta de asfalto anchísima...

Para ver la sesión de entrenos libres de F1 decidimos usar la pequeña grada que hay reservada para los asistentes del Paddock Club. También a la entrada de esta tribuna había un pequeño bar y unos aseos, la verdad es que no les falta detalle a estos del paddock... Esta pequeña grada está en el interior del recinto del circuito, entre la recta principal y la curva 7, frente a la tribuna J por un lado y a la pelouse que se extiende bajo la tribuna N por el otro. El sitio era fantástico, si te ponías a un lado veías los coches salir de boxes y reincorporarse a la pista o pasar a toda velocidad justo antes de la frenada para la curva Elf y si te ponías por el otro les veías descender desde la curva Seat, pasar la curva 6, empezar a frenar para la 7 y acelerar al pasar sobre la 8 que es la que lleva a la curva Campsa. Ésta última, la curva 8, era la más divertida de observar puesto que usaban todo el piano, a veces hasta tocando la tierra (como le vimos hacer a Alonso) y a veces el coche se les iba un pelo en la trasera. Me pareció que los Ferrari andaban muy bien y, como digo, vi a Alonso un poco forzado o quizá forzando...

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Regresamos a la zona de Ferrari para comer. Antes volvió a pasar por allí Marc Gené para comentar cómo iban las cosas en el equipo, parecían muy confiados y optimistas de cara a la calificación. Luego nos habló Stefano Domenicalli, director deportivo de la Scuderia, a través de la conexión en directo desde los boxes. Cuando terminó cedió la palabra a la responsable de Shell que nos dio unas charla sobre cómo es el combustible que usan para los F1, más bien una especie de publirreportaje de alto nivel.

El recinto estaba muy lleno ya, a diferencia que el día interior todas las mesas estaban ocupadas. Me daba la impresión que la mayoría de los que estaban allí les daba un poco igual la F1, básicamente creo que en su mayoría eran invitados de los patrocinadores de Ferrari: Shell, Vodafone y AMD, parecía que estuvieran allí como premio o incentivo de estas empresas en España. En cualquier caso creo que puedo decir sin miedo a equivocarme, que el más apasionado por la F1 y Ferrari allí era yo.

Cuando estábamos esperando a que nos sirvieran la comida oí que alguien hablaba por micrófono en el apartado de al lado, que era el de Mobil 1: era Pedro de la Rosa. Me levanté para comprobarlo y me asomé en la entrada. Allí estaba Pedro comentando, no muy contento, los resultados de su equipo, decía que esperaba que calificaran en el top diez, que con eso se conformarían. Aun así hizo alguna que otra broma. Emocionado de tenerle tan cerca regresé a la mesa a por mi cámara de fotos y me aposté en la puerta a la espera de que acabara su parlamento y saliera. Las amables recepcionistas de Mobil 1 me dejaron coger varias tarjetas de Pedro y al poco se me unió mi cuñado.

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Una vez acabó, Pedro se dejó fotografiar y firmó autógrafos allí dentro mientras alguien se lo pidiera. Fuera nos habíamos acumulado bastantes personas esperando que saliera. Cuando nos vio al salir no se incomodó mucho y repitió la operación de autógrafos y fotos, empezando por dos niñas pequeñas. Mientras se hacía la foto le dijimos si se echaría una con nosotros, que éramos foristas. Al escucharlo nos miró directamente diciendo: “¿Sí? Bien, bien, seguid ahí.” Le dije “Descuida, seguiremos, ahí estamos desde el 2000...” Sonrió y posó entre los dos para hacernos la fotos juntos, luego nos dio la mano sonriente y no pude más que darle un toque en la espalda diciéndole: “Muchas gracias, Pedro, eres grande...” A mi mujer le firmó una de las tarjetas para su hermano. Emocionado regresé a mi puesto en la mesa para comer, pero no pude remediar acercarme al ordenador conectado a internet que allí había para escribir en el foro que había estado con Pedro, como leeríais en su día.

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Tras esta gran emoción que fue cumplir uno de mis sueños, comimos y volvimos a ir a la grada para ver la calificación desde allí. Fue bastante interesante y, aunque mi corazón es ferrarista, no puedo negar que fue digna de ver la reacción de las masas cuando Alonso marcó la pole position. Aun así yo seguía convencido de que Ferrari acabaría ganando la carrera.

Massa era de la misma opinión que yo según comentó cuando estuvo en nuestra zona explicándonos cómo había ido la clasificación. Es muy bajito y delgado y no estuvo especialmente amable ni paciente, firmo apenas un par de autógrafos y se largó.

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Al ver poco después la salida de la carrera de GP2 desde tan cerca y justo enfrente de la parrilla alucinamos con el ruido y el crescendo que se produce al subir de revoluciones los coches antes de salir disparados y empezamos a intentar imaginar cómo sería con los F1 al día siguiente.

De nuevo se organizaron pequeñas visitas a los boxes de Ferrari con los pocos que aún quedábamos allí (la mayoría se había ido al acabar la calificación de F1). Avisamos a mi padre e hicimos una visita muy parecida a la del día anterior. Prácticamente nos explicaron y enseñaron lo mismo pero no me hubiera perdido el privilegio de bajar a boxes por nada en el mundo. Allí seguían los mecánicos trabajando como el día anterior, con la única diferencia de que, al estar en régimen de parque cerrado había un delegado de la FIA observando todo lo que se hacía al coche. Una curiosa foto la de un tipo cruzado de brazos con su peto de la FIA mirando cómo dos o tres mecánicos trabajaban sobre el monoplaza.

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Esta vez la visita no fue guiada por nuestro simpático Roberto sino por un tipo más bien gordo, rubio y con perilla al que se puede ver en los boxes de Ferrari en todas las retransmisiones televisivas en primera fila mirando los monitores o bien junto a Schumacher llevándole el casco o simplemente como ayudante. Jamás le olvidaré porque me obsequió con una sorpresa inesperada y que me llenó de orgullo. El tío se dio cuenta de que yo era el que más alucinaba con todo y que no paraba de echar fotos a todo, a cada detalle, y me preguntó “¿tú eres el loco de Ferrari, no?” (mi padre le había comentado algo en su inglés macarrónico) y le contesté que sí. Entonces, volviéndose al grupo les dijo: “Vosotros esperad aquí” refiriéndose al exterior del box (no se nos dejaba pisar la zona de dentro, inmaculadamente blanca e impoluta); entonces me miró a mí y me dijo: “tú, ven conmigo”.

Entramos al box, a la zona vedada junto al coche, junto a los mecánicos, junto a las herramientas. Yo estaba alucinando. Pero no se detuvo allí, entró a las “tripas” del box, lo que no se ve en la tele, por donde desaparecen los pilotos cabreados cuando se han retirado antes de tiempo; yo, por supuesto, le seguía mirándolo todo con ojos alucinados. Me llevó a la sala donde cuatro o cinco ingenieros con cara cansada y aspecto perezoso miraban pantallas de telemetría y múltiples datos. Al oírnos entrar levantaron la vista y me miraron como preguntándose quién sería yo y qué haría allí. Mi guía me dejó mirar aquello apenas un par de segundos y me dijo “vamos”. Salimos al exterior donde todos nos esperaban intrigados, yo con mi sonrisa de oreja a oreja. Me sentía un privilegiado entre los privilegiados. Mi mujer me preguntaba “¿qué, qué?” y lo cierto es que parecieron algo decepcionados cuando les conté lo que había visto... Pero para mí fue un sueño, una suerte, un privilegio de un par de segundos. Alucinante.

Vimos el final de la carrera de GP2 por la pantalla gigante en nuestra mesa del Ferrari F1 Club y me indigné con la acción de Premat sobre Hamilton en la última vuelta (tengo cariño por Hamilton desde que le vi ganar por Eurosport la Paris-Bercy de karting hace un siglo). Me asomé a ver si se notaba tensión o mal rollo en la ceremonia del podio pero no, el equipo celebró el doblete con normalidad.

A continuación se disputaba la carrera de los fórmula 1 antiguos. Fue un gustazo ver el mimo con el trabajaban en ellos los mecánicos y pilotos en la parrilla y también con la cantidad de “patinaje artístico” con el que nos deleitaron en la arrancada. Como era ya la última actividad del día antes de que cerraran el Paddock Club fuimos a ver acabar la carrera desde la grada, por ver la diferencia de velocidad y comportamiento de los coches con los F1 modernos sobre todo en la frenada y en la subida de la curva 8. Se me ha quedado grabada la imagen del Tyrrell del 78 en azul marino subiendo aquella pronunciada cuesta al tiempo que el sol se reflejaba sobre el asfalto dándole un crepuscular aspecto dorado.

Había sido una jornada muy emocionante: había conocido a Pedro de la Rosa y había estado dentro del box de Ferrari, era incapaz de pedir más.

(continuará)
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Franky
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Mensaje por Franky »

Aaaaaaaaagh! Le tenias que haber dicho que haciamos un campeonato con su nombre!!! jajajaja :lol:

Que envidia sana te tengo Julian! :D
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F399
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Mensaje por F399 »

Se lo dijimos, se lo dijimos. Lo que pasa es que se me olvidó escribirlo en la crónica en su día.

Le dijimos "somos del foro, los del campeonato", el Chema, que es mu lanzao, y creo recordar que puso cara de que sabía de qué hablábamos. Además, le consta que hacemos un campeonato con su nombre puesto que nos regaló una foto dedicada a los que participamos en la I edición en su día (véase viewtopic.php?t=240), otra cosa es que se acuerde... que lo dudo.

En fin, fue un momento emocionantísimo.
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Franky
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Mensaje por Franky »

Ole Ole!

Que embajadores que tenemos! Pues a ver si se enrolla y alguien le recuerda que vamos por la OCTAVA!!!! jejeje
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yorch
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Mensaje por yorch »

Joer Julián, llevo más de una hora leyendo tu crónica y no sé ni qué escribir...

Me viene a la cabeza "sana envidia", "hombre afortunado", "tres hurras por la mujer de Julián" (Raquel, mi mujer, también ha aguantado lo suyo :lol: :lol: , con lo que, automáticamente, se solidariza con ella), pero sobre todo "gracias"... Muchas gracias por hacernos partícipes de estas experiencias. Las he leído con emoción creciente hasta "el climax" de Mónaco y sobre todo, Montmeló 2006.

Casi me he emocionado leyéndolo, y evocando lo que describes con tanta precisión.

Algún día...

PD mención especial a tu labor de embajador del Foro y del Campeonato... propongo un nombramiento oficial ya!!!!
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Jose Mª Ruiz
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Mensaje por Jose Mª Ruiz »

JEJEJEJEJE que buenos recuerdos...

Joer, si pillo ahora a Pedro le doy un abrazo, jejejeje ¡¡¡¡¡ Aunque poco me falto para llamar su atención, estuvo guay porque al segundo día que tambien nos vimos nos conoció, o almenos em dio a mi esa impresión.
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F399
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Mensaje por F399 »

Yorch, gracias a ti por leerlo...

Respecto al nombramiento oficial yo ya tengo cargo (Cronometrista Oficial) como puedes leer bajo mi nick y sobre mi avatar :wink: .

Chema, yo no recuerdo que le volviéramos a ver nada más que ese día... claro que mi memoria es penosa... ¡por eso me gusta escribirlo todo! :twisted:
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Mensaje por Jose Mª Ruiz »

Si el primer día nos dio el autografo y en el segundo día nos hicimos la foto, neeennngg o tengo mis dudas si fue el mismo día en dos charlas distintas en el stand de mobil. Fueron 3 días completos ahí metidos nosecuantas horas, a mi tb me falla la memoria.
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raquel
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Mensaje por raquel »

F399 escribió:... claro que mi memoria es penosa... ¡por eso me gusta escribirlo todo! :twisted:
PD: Mi "amigo Platón" (sí, porque es fiel amigo de mi pensamiento) decía más o menos: escribimos porque la memoria es incompleta e imperfecta, pero no nuestro deseo de conversar y dialogar . Pues esta idea, por ejemplo, rondaba por mi cabeza para dedicarte algo antes de que me "cambiaras los esquemas".
http://www.pedrodelarosa.com/foro/index ... 881&st=200

:twisted:

¡Y la suerte que tenemos cuando te leemos! :wink:

¿Qué sentido tendría si no la escritura? 8)
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Mensaje por F399 »

Jose Mª Ruiz escribió:Si el primer día nos dio el autografo y en el segundo día nos hicimos la foto, neeennngg o tengo mis dudas si fue el mismo día en dos charlas distintas en el stand de mobil. Fueron 3 días completos ahí metidos nosecuantas horas, a mi tb me falla la memoria.
Estás como una chota neng, ambas cosas fueron en el mismo momento momentoso. Primero nos firmó y luego se fotografió con nos... Sólo le vimos ese día, el sábado a mediodía a mitad de nuestro almuerzo.
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Mensaje por F399 »

Domingo, 14 de mayo de 2006

Una vez más llegamos a la entrada del paddock a la hora de apertura a las ocho de la mañana, eso nos ahorró colas en la carretera e incomodidades varias. Esta vez el regalo era una cazadora con tela de sudadera del Ferrari F1 Club con el calendario de la temporada 2006 en el interior. Como el día anterior, volvimos a desayunar (quién se negaría a un café con leche y unos cruasanes recién hechos habiendo madrugado tanto) y bajamos de nuevo al paseo por el pit lane. A estas alturas del fin de semana ya lo teníamos todo bastante visto pero aún así no dejamos de aprovechar este privilegio. Esta vez pude fotografiar mejor el Renault puesto que sacaron el monoplaza de Fisichella hasta casi la cinta de separación.

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Cuando acabamos el paseo aprovechamos que era temprano y que suponíamos que no habría aún mucha gente (equivocadamente) para cruzar al otro lado de la recta principal e ir a la zona de merchadising a cambiar algunas camisetas que habíamos comprado con la talla incorrecta.

Al regresar estuvimos viendo la carrera de GP2 pero lo cierto es que allí lo que más se notaba en el ambiente era que cada vez quedaba menos para que apareciera por allí Michael Schumacher. Además de que de por sí aquello estaba más lleno que nunca al ser domingo de carrera y haber venido todos los asistentes, creo que además fueron llegando gentes de otros apartados con la esperanza de estar cerca del heptacampeón. Como ya dije, nosotros estábamos en la mesa más cercana al escenario así que tomamos posiciones en nuestras sillas haciendo algo de pantalla para que no se nos colara nadie entre nuestra mesa y el escenario.

Poco a poco fue creciendo la expectación hasta que finalmente el maestro de ceremonias subió al escenario y, tras un poco de cháchara intrascendente para dar tiempo al piloto a llegar, anunció a Michael Schumacher. No sé cómo logró pasar entre el muro de gente que había allí, supongo que con la ayuda de un guardaespaldas y del tío de Ferrari que el día anterior me había colado a las entrañas del box de la Scuderia y que le acompañaban al llegar. El caso es que hizo una entrada digna de una estrella de rocanrol. Una vez sobre el escenario sonrió y dio gracias por los aplausos; las caras de todos los asistentes sonreían a su vez. A mí me daba la impresión de que era un hombre mucho más joven de lo que dice su edad, algo así como si tuviera 25 años, extremadamente delgado y muy en forma, con un aspecto amable y distendido enfundado en sus vaqueros desgastados y su polo de Ferrari abotonado hasta arriba.

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El presentador comenzó tal que así: “Ayer vimos una exhibición de Renault y de Alonso que acabó con la pole position de este último lo que provocó que los espectadores del circuito se volvieran locos de alegría ¿crees que al acabar la carrera de hoy los asistentes españoles estarán igual de contentos?” A lo que Schumacher contestó: “Los que sean ferraristas sí”. Esto provocó las risas de los que allí estábamos (yo me sentí muy identificado) además de distender el ambiente. Luego ya contestó seriamente, muy confiado en la victoria y al parecer muy convencido de que iban a hacer un buen papel gracias a la estrategia y a los neumáticos.

Como tenía bastante claro que no me iban a tocar los regalos en los sorteos y no tendría oportunidad de subir al escenario a fotografiarme a su lado lo que hicimos fue fotografiarnos con él al fondo.

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Efectivamente no me tocó ninguno de los premios, pero al menos fue divertido ver cómo los premiados parecían entrar en trance al estar junto al heptacampeón del mundo y se convertían en torpes e indecisos: se olvidaban de coger el premio, de darle la mano, de posar para la foto... A todo ello Schumacher asistía entre comprensivo y divertido. Una vez acabada la entrega de premios, Schumacher volvió a saludar despidiéndose y bajó del escenario donde se abalanzaron sobre él multitud de cazadores de autógrafos. Firmó un par de ellos a unos niños cuyos padres habían colocado estratégicamente y luego se preocupó de que la demás gente no los aplastara, entonces se fue como había venido, rodeado de gente que quería estar a su lado. Menudo agobio de vida, pensé.

Al rato el que vino fue Jean Todt, que resultó ser exactamente como aparece en la tele salvo que a mí me pareció más viejo y más cansado, parecía querer estar en cualquier sitio menos allí. Contestó sin ganas a las preguntas que le hizo el presentador y dio los regalos antes de irse aunque no sin antes pararse un poco a firmar autógrafos... o lo que él debe entender como autógrafos ya que eran una simple uve sin más...

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Yo ya estaba nervioso por ver cómo lograría un buen sitio para ver la carrera desde el balconcillo, así que lo que más me interesaba era que sirvieran la comida cuanto antes para ir a apostarme en el lugar desde donde vería la carrera. Esperando para que nos sirvieran la comida, o quizá entre dos platos, mi compañero de mesa me dijo: “mira quién ha venido”, me di la vuelta y allí estaba... ¡Jackie Stewart!
Apenas podía creer a mis ojos pero allí estaba el tricampeón del mundo y paladín de la seguridad en F1 con su clásica gorra escocesa y una camisa blanca con publicidad del Royal Bank of Scotland, del que es imagen. Parecía encontrarse como en casa allí en la zona de Ferrari puesto que todos los empleados le saludaban y en seguida le trajeron un vaso de agua mientras charlaba con algún huesped. Viendo lo accesible que parecía me acerqué a él para que me firmara un autógrafo y luego con mi mujer para echarnos una foto a la que se prestó muy amablemente. No pude más que darle las gracias muy fervientemente porque no me salió nada de lo que me gustaría haberle dicho, además de que seguramente me hubiera quedado imperdonablemente cursi.

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Apenas terminé de comer me coloqué en la baranda sobre los boxes para guardar un sitio para ver la carrera. No me moví de allí hasta que acabó la ceremonia del podio. Como siempre antes de cada carrera en la que existe la posibilidad de que Ferrari gane estaba nerviosísimo. Fue una experiencia nueva para mí el observar todo el proceso que desencadena la formación de la parrilla y la salida de la carrera. Ver salir los monoplazas, llegar a su posición, los pilotos que se bajan y se quitan el casco y desaparecen en los boxes, los mecánicos que se abalanzan sobre el coche... y todo esto con el relleno de los periodistas, los supervips y los famosos paseando entre los coches y andando de aquí para allá. Me hizo especial ilusión distinguir a Niki Lauda en la lejanía. También pudimos ver bastante cerca a Alonso cuando pasó de camino al box de Renault; por mucho que le llamamos no nos saludó, lo más seguro es que ni nos oyera.

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La parrilla se vacía y comienza la vuelta de calentamiento. Al regresar ya sólo quedan los monoplazas reluciendo al sol y cuando los semáforos comienzan a ponerse en rojo el estruendo de la subida de revoluciones es simplemente indescriptible. Antes de que te des cuenta los semáforos se han apagado y parece mentira lo cerca que pasan unos de otros buscando un sitio hacia la primera curva. Ya no están.

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Pero pronto tengo claro que Ferrari no ganará hoy, Alonso cada vez se aleja más y parece claro que Schumacher no puede mantener ese ritmo. Para más inri entra a repostar antes, así que aunque hasta casi al final quiero engañarme pensando que Alonso entrará a hacer una tercera parada no tengo más remedio que reconocer que hoy no va a ser nuestro día.

De todas formas, como en los entrenamientos, es digno de ver la pasión que se desata con la victoria de Alonso. La vuelta de honor es triunfal y ver la grada principal hasta asusta.

En la zona Ferrari se produce un gran aplauso de reconocimiento, pero triste, cuando entregan el trofeo de segundo clasificado a Schumacher. La gente comienza a abandonar el paddock pero nosotros nos quedamos. Estoy bastante cabreado pero aun así quiero exprimir estos últimos minutos en este sitio que nunca pensé que pisaría. Gracias a ello podemos ver cuando Alonso sale desde su box y salta el muro de boxes para acercarse a la grada principal para celebrar el triunfo con los que aún siguen allí.

Para poner un buen final a este fin de semana fantástico quedamos con algunos compañeros foristas y gepeleros al otro lado de la recta: Memo, Nieva, Gaizka y Njoan. Así que al final hasta me cambia el humor porque me alegro mucho de volver a Memo y de conocer al fin a Nieva y Gaizka a los que tanto admiro. Pasamos un rato muy agradable conversando hasta que mi padre se pone impaciente y nos llama para que regresemos y nos vayamos ya.

Abandonamos las tripas del circuito ya casi vacío, y aunque agotado y quemado por el sol, rememorando el fin de semana que acabo de vivir me siento la persona más feliz del mundo. O como mínimo la segunda...
Última edición por F399 el Mar Feb 17, 2009 12:34 pm, editado 1 vez en total.
Forza Ferrari
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Mensaje por F399 »

Y eso es todo, amigos.

Grazie por vuestra atención.

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