7. GP Italia 2003, Monza. Il cuore dice Ferrari
Publicado en el foro de Pedro de la Rosa en septiembre de 2003
Me apropio del título del número previo al GP de Italia de Autosprint para hacer un resumen de mi experiencia este fin de semana en Monza. Pero el corazón de Monza no sólo dice Ferrari, dice también Automovilismo.
Luego con más tiempo os contaré todo con detalles, no sé si a vosotros os interesará leerlo pero yo tengo muchas ganas de escribirlo.
Cerca ya de casa le destaqué a mi mujer las tres cosas que más me habían emocionado y que os dejo como adelanto de lo que más adelante escribiré: ver pasar los coches TAN rápido TAN cerca, ver y tocar la pista peraltada y, por último, poder caminar por el asfalto de la pista del autódromo una vez acabada la carrera.
Viernes, 12 de septiembre de 2003
Llegamos por la tarde a Milán y después de descansar un poco no tuvimos ganas de ir a la estación Milano Centrale para ver los horarios a Monza para el día siguiente pero sí que paseamos en dirección al Duomo. Antes de llegar a la plaza donde está la Scala pasamos por delante de un hotel. En la puerta habían aparcadas dos furgonetas de Williams. Había dos tipos con uniforme del equipo consultando unos papeles. De vuelta del Duomo hacia el hotel empezamos a ver pasar uno tras otro varios BMW de color negro con la pegatina del equipo Williams en las puertas traseras. Llevaban chófer y detrás iban peces gordos muy bien vestidos, supusimos que iban a alguna cena en el hotel que habíamos visto antes. Más adelante también nos cruzamos con una furgoneta de Michelin y otra de Renault.
Sábado, 13 de septiembre de 2003
A las nueve y cuarto de la mañana nos plantamos en la Milano Centrale y sacamos el billete de ida y vuelta para Monza, sin embargo el tren no salía hasta las once y media. Intentamos ver en los paneles cualquier referencia al tren pero no la había, de todas formas, como quedaba aún mucho tiempo nos fuimos a dar una vuelta y tomar algo para hacer tiempo. Cuando quedaba media hora volvimos a entrar en la estación pero en los paneles seguía sin aparecer nada de Monza. Por suerte ya se veían bastantes aficionados con camisetas tanto de Ferrari (como nosotros) como de otros equipos. Todos nos preguntamos los unos a los otros pero ninguno parecía estar demasiado seguro de qué tren iba a Monza. Vimos el típico viejecillo con su gorra Ferrari, su camiseta Ferrari, su chaleco y sus gafas de sol y con un periódico italiano bajo el brazo. Decidimos que le seguiríamos hasta el tren en que se montara. Al final resultó que había dos trenes que salían con cinco minutos de diferencia a Bérgamo y que por lo visto paraban en Monza, preguntamos a unos caribinieri y nos dijeron que sí, que esos dos iban a Monza, nos montamos en el primero, en el mismo vagón del viejecillo.
Sorprendentemente el tren llegó a la estación de Monza en diez minutos. Allí había unos autobuses con destino al autódromo que se llenaron en un momento. Tras atravesar el pueblo, bastante bonito, el autobús entró en el Parco di Monza, espectacular, con sus palacetes semiruinosos y amplísimos campos de césped y arboledas. Nada más bajar del autobús se nos echaron encima los reventas. Seguimos las indicaciones, unos bonitos carteles de fondo blanco con una rueda dentada en azul y el dibujo del circuito (incluída el anillo peraltado) en rojo dentro de ella, con la leyenda Autódromo di Monza. Ya había bastante ambiente y todos nos pegamos la gran caminata hasta llegar a las puertas del circuito. Curiosamente más cerca del circuito ya no había reventas intentando venderte entrada sino otros tipos que los intentaban comprar al grito de “compro biglieti”. También se oían ya motores rugir: eran los de la copa Porsche.
Nada más entrar en el recinto del circuito se veía un pequeño tramo de la recta principal por el que los Porsche eran sólo unas ruidosas manchas que apenas daba tiempo a ver entre dos tribunas inmensas. Había grandes puestos de merchadising, de Vodafone, Jordan, Mercedes, Michelin, Renault, un simulador Play Station y los típicos puestos de comidas y bebidas. Me hice con el programa oficial de la carrera y nos dispusimos a buscar un sitio desde el que ver los entrenamientos.
Como llevábamos la entrada “general” (abonamento circolare) estábamos un poco perdidos y teníamos aún que ver dónde podríamos ponernos. Cada tribuna tenía su correspondiente valla y su control con lo cual no se podía uno poner abajo de éstas de pie, como yo había pensado en un principio. Anduvimos en dirección hacia la primera variante y enseguida encontramos un tunel para pasar a la parte de dentro del circuito. Pegaditos a las vallas y tras superar las últimas tribunas de la recta de salida/llegada nos encontramos con la mítica zona peraltada que se perdía entre las vallas de la última tribuna y los coches de los comisarios que allí estaban aparcados, luego se metía de lleno entre la arboleda.
Para poder continuar hasta la primera chicane habría que superar la peraltada por algún sitio, así que la seguimos, casi se podía tocar su superficie y no podía uno más que imaginar aquellos diminutos monoplazas de finales de los cincuenta y principio de los sesenta circulando a toda velocidad por aquella pendiente increíble. La superficie parece más de cemento que de asfalto y los quitamiedos parecen de juguete, viejos y oxidados. Finalmente había un tunel para pasarla y poder continuar por el perímetro interior del circuito. Pero, habiendo seguido esta parte curva estábamos bastante lejos de la pista en la que seguían corriendo los Porsche.

Posando bajo el gloriosamente desvencijado peralte de Monza
Seguimos a otros aficionados en lo que parecía una excursión por el monte a través de la maleza por pequeños caminitos de tierra y teniendo que saltar troncos o pasarlos por debajo. Llegamos por fin a las vallas y tras ellas, muy cerca, la pista, con más peralte de lo que se podía uno imaginar por las fotos y vídeos. La Curva Grande. Ver pasar los Porsche por primera vez por allí fue alucinante, iban rapidísimos y con un ruido tremendo. Me parecían más rápidos de lo que había visto a los F1 en Montmeló (nos solemos poner por la zona del Estadio). No dejaba de repetirme en la cabeza “la Curva Grande, la Curva Grande”. El sitio era bueno y, puesto que estaba algo elevado con respecto a la pista, se veía bastante bien, pero pensé en probar si se podía ver algo más cerca de la primera variante así que caminamos bordeando la pista de nuevo en dirección a la meta. Encontramos un sitio genial desde el que se veía la frenada para la chicane, como la pasaban y salir en aceleración. Estábamos debajo de los grandes cartelones de Vodafone a la espalda de donde estaban dos comisarios y un bombero. Al otro lado de la pista, enfrente nuestro, había una gran tribuna y, caminando un poco más hacia la recta principal estaba la otra gran tribuna interior con su pantalla gigante al lado que nos vino muy bien para ir sabiendo cómo iba la calificación.

Mi ya esposa frente a la impresionante tribuna de la Prima Variante.
Cuando pasó el primer fórmula 1 fue la experiencia más fuerte que he vivido nunca, apenas estaríamos a unos diez-quince metros de por donde pasaban y el ruido era tan grande que se me encogió el estómago. La Warm-up se nos hizo cortísima, no parábamos de sonreír porque simplemente parecía imposible estar TAN cerca de los coches, llamamos por teléfono a uno de nuestros sobrinos para que escucharan el increíble ruido. Mención aparte merece otra cosa: de repente la grada de enfrente entra en ebullición, se oyen bocinas, aplausos, gritos y muchos se ponen en pie: viene un Ferrari. El rugido del público es impresionante al pasar a su lado uno de los monoplazas rojos, cualquiera de los dos.

Un Ferrari se aleja de nosotros acelerando a fondo. Imposible estar más cerca.
La calificación me pareció mucho más aburrida debido a su formato actual, hasta que no empiezan a salir los “grandes” se hace eterno. Menos mal que nos dio algo de emoción el ver si conforme iban saliendo superaban a Gené. Me gustaría destacar lo educado que me pareció el público en la tribuna. Aplaudían a casi todos los pilotos, con más cariño a Trulli y a Fisichella, claro, pero también me sorprendió lo mucho que aplaudieron a Button, Raikönen y Panis, entre otros. Fue muy emocionante el final de los entrenamientos, cómo se celebraba con un gran grito colectivo el que Schumacher consiguiera el mejor tiempo en cada parcial. Luego le llegó el turno a Montoya y viendo la reacción de la tribuna sabías que no había mejorado el tiempo de Schumacher en el primer parcial, tampoco en el segundo... corrimos hacia la pantalla gigante y, cuando apareció el número 2, todo el circuito se volvió loco. Se me ponen los pelos de punta sólo de recordarlo.
De nuevo paseo por el bosque para volver, no sin antes fotografiarme también con la parte exterior de la zona peraltada. Volvimos a la zona de venta de merchadising para comprar unos encarguitos y curiosear un poco. Entonces regresamos a la zona exterior del circuito, nos compramos algo de comer para estar preparados para la gran caminata, saliendo por la puerta de Vedano en busca de la parada del autobús lanzadera que nos devolviera a la estación de Monza. Había bastante atasco a la salida del circuito y así pudimos caminar al lado a furgonetas de muchos equipos (todos con cristales ahumados) y de cochazos con los típicos VIP. Después de desandar lo andado por la mañana llegamos a Cavriglia Rai, donde esperaban los autobuses gratuitos hasta la estación de Monza. Agotados llegamos a la Milano Centrale y nos dirigimos hacia el hotel, pero antes de llegar unos señores nos preguntaron por el precio de la entrada general y una elegante señora madura nos congratulara diciendo algo que no entendimos pero que supusimos que era felicidad por el buen resultado de Ferrari. Nos delataban las camisetas y la cara de cansancio.

En el exterior del peralte.
Domingo, 14 de septiembre de 2003
El domingo todo fue más fácil para llegar al circuito. Había trenes gratuitos cada media hora que te dejaban a un paso de la entrada de las curvas de Lesmo. Obviamente estos trenes eran fáciles de reconocer pues todo el mundo llevaba algún tipo de indumentaria relacionada con la F1, además de que ahora sí que ponía en los paneles de la estación “Autódromo”. Cogimos el tren a las nueve de la mañana para ver si podíamos encontrar un buen sitio junto a la primera chicane. El trayecto duró media hora. Antes de entrar en el circuito propiamente dicho compramos tapones para los oídos y la comida. Entramos al circuito por la entrada de Lesmo. Inmediatamente tuvimos que pasar por un tunel bajo la pista hacia el interior del circuito, o sea, de excursión al parque otra vez.
El sábado por la noche al acostarnos cayó una gran tormeta sobre Milán, o por lo menos se oían unos truenos grandísimos, pensamos en la pobre gente que esa misma tarde llegaba al circuito con sus sacos de dormir dispuesta a pasar allí la noche. Enseguida comprobamos que no les había ido tan mal. Una vez en la parte interior del circuito pudimos ver la primera curva de Lesmo, que también me hizo mucha ilusión, sobre todo teniendo en cuenta que, debido a que el sábado habíamos llegado al circuito mucho más tarde de lo que hubiéramos querido, no había podido ver ni la Parabólica ni la Variante Ascari. Por supuesto, todos las vallas interiores de las curvas de Lesmo estaban ocupadísimas. Más que un circuito aquello parecía un domingo por la mañana en un macrofestival de música alternativa, había gente durmiendo a pesar del ruido de los Maserati que entonces circulaban por la pista, otros haciendo fuego, otros con su barbacoa haciendo carne, los más afortunados dentro de tiendas de campaña y otros muchos haciendo “gradas” a base de clavar ramas de los árboles en otros árboles o haciendo entarimados junto a las vallas. Por supuesto, todos las “gradoni” (pequeñas gradas gratuitas para los de entrada general) estaban ya ocupadas, y nosotros que pensábamos que habíamos ido temprano... Incluso amplias zonas de valla estaban acotadas con cuerdas y plásticos acotando zonas “reservadas”. Lo cierto es que había buen ambiente, pero un poco tiradillo. Con razón se quejan los ecologistas, concluimos mi mujer y yo.
Seguimos avanzando pegados a la valla en dirección a la Curva Grande, pasando previamente por la segunda variante. Todo estaba ocupadísimo. Por fin vimos una parte bastante desocupada y además en alto, justo enmedio de la Curva Grande. Nos extrañó en un principio que no estuviera tan ocupada, pero estaba claro; resulta que era una zona justo detrás de la que usaban los comisarios para dejar sus coches y por tanto estaba algo más lejos de la pista, es decir, la valla que teníamos delante no era la que separaba al público de la pista sino que antes de ésta estaba el aparcamiento (pequeño) y enseguida la otra valla, y los quitamiedos. Lo bueno es que, como he dicho estaba en alto, y por tanto se veían los coches bastante bien. Sobre todo por el hueco sin quitamiedos que estaba a nuestra izquierda, un poco más allá, sobre el asfalto en forma de túnel estaba el anuncio de Canon. De todas formas, antes de aposentarnos definitivamente, nos acercamos a donde habíamos visto los entrenamientos por si caía la breva y había sitio. Pero obviamente, no lo había.
Regresamos al sitio que antes he descrito y nos sentamos a esperar. Una vez que acabó la carrera de los Maserati tuvimos la espera más larga hasta que a las once y cuarto pasaron los pilotos en el camión de la FIA, visto y no visto. Schumacher iba saludando al público, Alonso creo que sentado dándonos la espalda. Pronto empezó la carrera Porsche que fue accidentada, que tuvo que entrar el Safety Car en dos ocasiones. Luego otra gran espera hasta que abrieran el pit lane y pasaran los F1. Con el sistema nuevo supongo que han de ahorrar gasolina pues salvo uno o dos, todos pasaron una sola vez.
La tensión empezaba a crecer y a las dos todo el mundo se puso en pie al oírse el atronador ruido de los monoplazas para la vuelta de calentamiento. Después el silencio se hizo estremecedor en espera de la salida y el oírlos llegar tras superar la primera chicane fue impresioante. Un rumor de alivio recorrió al público al ver que Schumacher iba delante de Montoya pero ¡Barrichello iba detrás de Trulli! y además Alonso pasó retrasadísimo. ¿Qué habría pasado? Es lo malo de no tener pantalla gigante enfrente. De repente Alonso pasaba un poquito antes de Schumacher y Montoya parecía un poco más lejos, tres segundos contaba yo, Barrichello ya no tenía a Trulli delante. Me pareció que el primer repostaje fue prontísimo, era obvio que irían a dos paradas. Todo siguió igual. Barrichello se alejaba de Montoya y estaba más o menos igual que antes con respecto a Schumacher.

A fondo saliendo de la Curva Grande.
El susto fue tras la segunda tanda de pit stops, de repente ¡había un Williams delante de Schumacher tras la parada de éste! No me dio tiempo a distinguir quién era porque tras el Ferrari también seguía habiendo un Williams. A la siguiente vuelta todo volvió a la normalidad, respiré aliviado. Ya sólo había que llevar el coche a casa y Montoya se acercaba a cada vuelta. Empecé a ponerme muy nervioso y mi mujer me echó una foto a traición comiéndome las uñas.
Por suerte para mi corazón de repente Montoya empezó a alejarse y alejarse, cada vuelta estaba más lejos, siete segundos conté. También Barrichello estaba lejísimos y tenía muy cerca a Raikkonen. Ya tenía que quedar poco, ya eran las tres y cuarto y Montoya no estaba en disposición de disputarle la carrera a Schumacher. Por fin los comisarios salieron a la pista a agitar las banderas al vencedor. ¡Había ganado Ferrari en Monza! Para una vez que iba, no esperaba menos.
En seguida la pista se llenó de gente andando en dirección al podio. Nosotros anduvimos desde dentro entre el ruido de la celebración y la agitación de las banderas. Yo miraba la pista con envidia, me gustaría atreverme a saltar. Pero no hizo falta: las vallas estaban abiertas y entramos en la pista, justo en la recta que se dirije a la segunda variante. Nos fotografiamos con la publicidad de Toyota al fondo y los carteles de 300, 200, 100 a nuestra izquierda y un muro más propio de una finca a nuestra derecha, el muro que había visto el jueves en una foto en la que Alonso paseaba en bici por la pista con sus mecánicos. Busqué algún resto de goma de neumático pero no lo había, supongo que porque estábamos en plena recta, pero de tanto mirar al suelo me fijé en lo diferente que parecía ese asfalto al de las carreteras normales, mucho más fino, mucho más liso y mucho más abrasivo. También vimos una zona con los roces de los bajos de los coches. El asfalto de Monza, no me lo podía creer. Recogí una pequeña viruta de alquitrán como recuerdo. Justo antes de la segunda variante volvimos al parque interior y caminamos hacia las Lesmo. Volvimos a pasar bajo al tunel y a la estación, más bien apeadero, para cojer el tren a Milán. De vez en cuando le repetía a mi mujer: “hemos estado en la pista”, había sido increíble. Adiós Monza.

La clásica invasión de pista de Monza, más con victoria Ferrari...

Servidor pisando el sagrado asfalto de Monza.
En Milán, el lunes por la mañana compré
Piloti, che gente... y el libro oficial del cincuentenario de Ferrari. La mujer de la tienda me dijo que menos mal que ya se había acabado el gran premio, que vivía cerca del circuito, frente a alguna de las chicanes y que estaba harta del ruido tan grande que hacían los fórmula 1.
Uno de los sueños de mi vida se ha cumplido. He estado en Monza. Gracias a mis amigos que me hicieron el mejor regalo de boda que nadie jamás me podría haber hecho.