Lotus 25 1964 (1963-1967)
Jim Clark. Para mí ver un Lotus verde y amarillo, estilizado y ligero, significa pensar inmediatamente en Jim Clark. Conozco mis limitaciones y mis prejuicios como aficionado (¿o debería decir enfermo?) de la F1 y sé que en esto posiblemente es cosa mía: para mí Jim Clark es EL piloto de F1.
En mi colección no podía faltar un Lotus verde y amarillo de los años 60. Quizá el Lotus 49 del 67 (sin publicidad aún) me parezca el más bello pero hay que reconocer que es mucho más importante y significativo para la historia de la F1 el Lotus 25. Y además también es precioso.
Con el cambio a la fórmula del litro y medio en 1961 los equipos ingleses se vieron sorprendidos por Ferrari. Mientras que los italianos habían preparado un motor los ingleses no tenían ninguno que ni siquiera se acercara en prestaciones y fiabilidad. Todo eso iba a cambiar en 1962. El alma de Lotus y posiblemente el más brillante diseñador de coches de competición de la historia,
Colin Chapman, introdujo con su
Lotus 25 el chasis monocasco en F1, el siguiente gran avance tras el motor trasero, un cambio que también perdura hasta nuestros días. Y además al volante contaba con Jim Clark.
El piloto escocés no pudo ganar el título en el 62 debido a la baja fiabilidad del nuevo coche (abandonó en la última prueba cuando la lideraba) pero en el 63, una vez resueltos dichos problemas, dominó sin compasión: 7 victorias de 10 carreras con otras tantas poles. En el año 64 también estuvo en la lucha por el título hasta la última carrera y una vez más se retiró con problemas mecánicos cuando la lideraba. En el 65 conquistó su segundo título, ahora ya con el Lotus 33. En el 66, con el cambio a motores de tres litros, otra vez pilló a Lotus sin motor apropiado y no fue hasta el 67 con al introducción del Cosworth DFV que volvió a ser competitivo. Desafortunadamente eso fue mediado el año y, aunque Clark logró la primera victoria para este mítico motor en su primera carrera, no fue suficiente para luchar por el título. Comenzó el año 68 ganando la primera carrera y superando el número de victorias de Fangio para matarse poco después en una carrera de F2 en Hockenheim.
Con su aire de chico tímido unas veces y las otras con su inmejorable aspecto puro años sesenta,
Jim Clark siempre me ha fascinado. En mi cabeza he desarrollado la convicción de que es el mejor piloto de la historia y dificilmente podré cambiar de idea ya. Ganó 4 veces en Spa, un circuito que odiaba. Nunca ganó en Mónaco. Su casco negro con visera blanca. Su estilo (pole y perderse en la distancia hasta la bandera a cuadros) limpio y sereno, simplemente inalcanzable para los demás. Me encanta.
Su gran obra maestra es el
GP de Italia de 1967, en el que logró lo imposible: liderar, ser doblado tras un problema, desdoblarse y volver a tomar el liderato para quedarse sin gasolina en la última vuelta (por correr tanto) y entrar a la postre tercero. No creo que haya ninguna victoria mejor que ese tercer puesto de un granjero escocés en la catedral de la velocidad.
