¡Claro que es normal, Trooper!
A mí me pasa cientos de veces, y con mi familia. O imaginaos cuando voy a vascangodas (o vienen algunos de ellos por aquí). Se ponen a hablar en vasco, lógicamente, y no pillo una.
O si estamos con la familia de Soria (de mi padre), se me escapa sin querer el català con Nito continuamente. Nadie se ofende ni se siente "agraviado". A mí sólo me ofenden acciones y comentarios intencionados de personas, como yo digo, "con estrechez de miras" - por decirlo de un modo suave
-.
Ciertamente, el sentido común suele ser el menos común de los sentidos.
(El pobre Aristóteles cuánto se equivocó
)
Mirad, esto sí os lo cuento porque imposible que pudiera herir u ofender la sensibilidad de nadie, y porque es de risa.
Recuerdo una vez, de peque, que estaba en San Sebastián, en casa de un tío mío que se llama Cayo precisamente
(diminutivo de Claudio como mi aitona o abuelo). Una mañana tenía que marcharse de urgencia al consultorio (es dentista), así que tuvo que dejarme sola unos 10 mimutos hasta que llegaba una chica que nos "cuidaba" a mis primos y a mí. Bueno, "sola" no, me dejó con el perro.
Tenía un afgano precioso, una pasada, inmenso... se llamaba "Unai". Antes de irse, me dio el teléfono para que le avisara con lo que fuera o que le llamara si tenía miedo, y le dijo al perro unas cuantas cosas en vasco... que me cuidara y todo eso...
Unai no me dejaba ni a sol ni a sombra. Me perseguía por toda la casa y se me tiraba encima con sus "patazas" cubriéndome por completo. Yo le tenía mucho miedo.
Al final, agarré el teléfono y le llamé medio llorando para explicarle lo que me pasaba. Va y me dice: "pónmelo al teléfono inmediatamente". Yo alucinada.
¿Cómo le iba a poner el perro al teléfono...? "Ponle el auricular en la oreja, Raquel, así de simple". Eso hice.
Mi tío le soltó menuda arenga en vasco y de pronto veo que el perro se da media vuelta, al final de la conversación, y se va derechito y pausado al jardín a sentarse.
Para colmo me dice: "es que en castellano no te entiende, Raquel... "
Y esto no es nada, porque también tenía un loro que se llamaba "Patxi". El tío no callaba.
La 1ª mañana que estaba allí, me levanté antes que nadie y fui a la cocina a esperar el desayuno. El loro me dijo: "Egunon" (
) y acto seguido una frase que no paraba de repetir incansablemente. Mi tía se levantó en seguida y me dijo: "es un pesao, Raquel, hasta que no le des las pipas no parará. Eso es lo que te está diciendo: buenos días. Dame pipas".
Efectivamente.
Por irrisorio que parezca, si lo piensas fríamente, tiene su razón de ser. ¿O no? El perro y el loro no sabían castellano...
Invítanos a una rondita, Chiqui, que no paramos de consumirte...